Tres taustanos en el patíbulo

por | Dic 4, 2019 | Humanidades, Personajes taustanos

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Francisco de Ayerbe, Tomás de Rueda y Dionisio Pérez de San Juan

Tres taustanos que fueron ejecutados al igual que el Justicia de Aragón, Juan de Lanuza, por defender los Fueros Aragoneses.

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Un héroe lo es por sus obras y por los ideales a los que sirvió. Pero la fama de los héroes necesita que concurran voces que cuenten sus relatos y esas voces se prodigan si estuvo en el lado de los vencedores y son muchas menos si estuvo en el de los vencidos. Es el caso  de los taustanos Francisco de Ayerbe, Tomás de Rueda y Dionisio Pérez de San Juan que lucharon por la defensa de las libertades y el Derecho Foral Aragonés.

La chispa prende cuando Antonio Pérez, secretario de Felipe II, se refugió en Aragón acusado de graves delitos mientras ejercía su cargo. Pérez, como natural del reino,  invoca los Fueros Aragoneses lo que, al no ser respetados por el rey, provoca las algaradas que acabarán con la muerte del Justicia, Juan de Lanuza, y con el apresamiento y muerte de parte de la alta nobleza aragonesa implicada.

Como castigo, el 19 de octubre de 1592, Francisco de Ayerbe es degollado en la plaza del mercado de Zaragoza y su cabeza expuesta en la puerta de la Cárcel de Manifestados durante seis años. Dionisio Pérez de San Juan es ajusticiado el mismo día y Tomás Pérez de Rueda sufre idéntica suerte cinco días después.

Testimonio directo

Por ser un testimonio directo avanzamos aquí distintos fragmentos de la narración hecha por Bartolomé Leonardo de Argensola sobre el Auto de Fe celebrado en Zaragoza ese día sobre las ejecuciones que se hicieron de los tres taustanos y otros ajusticiados.

“Al 19 del mes de Octubre se comenzaron las justicias en Zaragoza de esta manera. En medio del mercado estaba hecho un cadalso para el auto de la fé y la Inquisición, y mas abajo se hizo otro cuadrado cubierto de luto, y á las tres de mediodía sacaron de la cárcel de la Manifestación á los condenados que eran, el primero, Pedro de Fuertes, pelaire: salió en un serón atado de dos mulas arrastrado y él cubierto de luto. Tras él salieron en dos mulas con gualdrapas y con sotanas largas de luto, Dionisio Pérez, y Francisco de Ayerbe.

“A los otros dos degollaron, y á Fuertes dieron garrote y hicieron cuartos, y habiendo estado hasta la noche tendidos los cuerpos en el cadalso, enterraron los cuatro, el de D. Juan en San Agustín, el de D. Diego en San Francisco, y á los de Ayerbe y Dionisio Pérez en San Pablo. Las cabezas de D. Juan de Luna, y D. Diego, y Francisco de Ayerbe, pusieron luego la de D. Juan en la diputación con su letrero, la de D. Diego en la puente con su letrero, y la de Ayerbe en la cárcel nueva, sin letrero, y la de Fuertes á la puerta del portillo.”

“Al 20 del dicho mes á las ocho de la mañana salieron los presos del Santo Oficio. Serian más de ochenta: nueve condenados á muerte, todos gente plebeya. Solo había entre ellos señalado Tomás Rueda, hidalgo de Tauste, gran fautor de Antonio Pérez.”

Historia de los hechos

El nombre de Francisco de Ayerbe ha permanecido en el olvido durante muchos años, pese a que su nombre se recoge en la historia de las Alteraciones y Proceso del Antonio Pérez, secretario del Rey Felipe II, en Zaragoza en 1591.

Es bien conocida, por el contrario, la figura del Justicia de Aragón, el último de los cuales, Juan de Lanuza, el Joven o el Mozo, tiene un relevante monumento en la capital, Zaragoza, en el Paseo más importante de dicha ciudad. Este personaje, como defensor de los derechos individuales de los aragoneses frente al poder real, fue decapitado por su enfrentamiento con el Rey Felipe II, I en Aragón, en el intento de procesar a Antonio Pérez.

Caído el Secretario Antonio Pérez en desgracia, huyó de Madrid y se refugió en Zaragoza donde solicitó el enjuiciamiento civil con arreglo a las leyes aragonesas y no, como el Rey quería, en el Tribunal de la Inquisición.

En apoyo de la petición de Antonio Pérez y defendiendo el derecho aragonés vigente en esa época, fueron muchos los que se opusieron a la intención del Rey Felipe II, entre ellos los taustanos Francisco de Ayerbe, Tomás de Rueda, Dionisio Pérez de San Juan y Cristóbal Frontín.

Se produjeron graves alteraciones del orden público en Zaragoza, el 24 de Mayo de 1591 y el Rey recabó fidelidad a las ciudades y villas de Aragón. Desde Tauste el 21 de Septiembre de 1591, le fue enviada una carta al rey reiterando fidelidad firmada por Jaime Jiménez de Ayerbe, Justicia, Pedro Pardo de la Casta, Jurado, Jerónimo de Artieda, Jurado, Martín de Belveder, Jurado y dando fe de la misma, Lorenzo Garcés , notario.

La fuga de Antonio Pérez

El 24 de Septiembre se produce la fuga de Antonio Pérez de la cárcel y se vuelve a imputar a Francisco de Ayerbe, por su participación en la escapada ya que le acompañó en su huida llevándolo hasta Tauste, donde se refugió en una cueva próxima al pueblo, probablemente la cueva de la Cagigas situada debajo del Mirador de la Vega.

El 29 de Septiembre de 1591, D. Juan Monterde, Comisario del Santo Oficio escribió: “ Miguel Español, tío mío, hermano de mi madre, me dijo que tuvo nueva cierta de que allegaron en Tauste en casa de Cristóbal Frontín, primo hermano suyo, tres de compañía que eran dicho Antonio Pérez, Gil de Mesa y Francisco de Ayerbe, metiéndosele en casa y estando enfermo, y así a la hora le enviaron a uno llamado Juan  Miguel de Ayerbe (que debió moverle a hacerlo ver a su deudo Francisco de Ayerbe en cosa tan excusada y ya perdido) con embajada de que se encomendaban en sus manos y que guardarían respuesta junto a Tauste en una cueva”. Esta información la recibió Monterde el día anterior, 28 de Septiembre.

La fuga desairó profundamente al Rey, quien finalmente envió un ejército castellano al mando de Alonso de Vargas que disolvió a los resistentes, encabezados por Juan de Lanuza y Joan de Luna, el 9 de noviembre del año 1591.

Como consecuencia de esa derrota y posterior persecución a los que se consideraban “culpables”, se produjo una sucesión de condenas de muerte, como el caso del Justicia, Juan de Lanuza, muerto sin juicio el 20 de Diciembre de 1591, y otras penas para los que se quedaron en nuestro reino y fueron capturados.

Entre los condenados a muerte se encontraron Francisco de Ayerbe, Dionisio Pérez de San Juan y Tomás Rueda. No fue el caso de Antonio Pérez que conocedor del carácter de su antiguo señor, se exilió a Francia donde falleció en 1611.

La historia oficial ha tenido en España poca memoria de los abusos que el Rey Felipe II, I en Aragón, cometió, lo que se ha llamado la “leyenda negra”. Pero en Aragón, los que se le opusieron, lo hicieron “para defender los fueros, los más libres que se han conocido en lo antiguo y los más protectores de la seguridad personal”.

 

Participación de taustanos

Siguiendo los relatos recogidos por los historiadores Miguel Salvá y Pedro Sainz de Baranda, y otros, que se hallan disponibles a través de la web de El Patiaz, resumimos lo que se dice de nuestro personaje y de los otros taustanos que aparecen citados en ellos.

En Mayo del año 1591 se producen  graves incidentes en Zaragoza por los que se imputan a Francisco de Ayerbe los cargos de ser instigador de las revueltas y haberse enfrentado con el capitán Juan de Gracia, que custodiaba la cárcel.

El 24 de Septiembre se produce la fuga de Antonio Pérez de la cárcel y se vuelve a imputar a Francisco de Ayerbe, su participación en la escapada y que le acompañó en su huida llevándolo hasta Tauste.

En nuestra población se detuvieron unos días, pero a poco tiempo iniciaron la fuga, sin que nadie les detectara ni prendiera, pese a los intentos de las autoridades alertadas por el Gobernador, Ramón Cerdán, que se personó en Tauste durante su búsqueda.

Dice Alonso de Vargas, a Felipe II en carta del 19 de Noviembre de 1591: “Francisco de Ayerbe fue el que con Gil de Mesa le sacó de la dicha cárcel de Manifestados y acompañó. Y por lo que se ha seguido, se entiende y supieron y ayudaron la salida Tomás de Rueda y Cristóbal Frontín, vecinos de Tauste”.

No obstante, Francisco de Ayerbe no acompañó a Antonio Pérez y Gil de Mesa en su fuga a Francia, lo que sí hizo Cristóbal Frontín, sino que permaneció en nuestro país, donde fue preso, imputado y condenado a ser decapitado. Su ejecución tuvo lugar el día 19 de Octubre de 1592 en Auto de Fe, celebrado en la Plaza del Mercado de Zaragoza, donde ahora se halla el popular Mercado Central, siendo degollado y expuesta su cabeza en la Cárcel Nueva, y su cuerpo enterrado en la iglesia de San Pablo. En ese mismo día fue degollado el también taustano Dionisio Pérez de San Juan.

Al día siguiente, 20, hubo otros nueve condenados a muerte por los sucesos de Septiembre del año 1591, “todos gente plebeya, sólo había uno señalado, Tomás Rueda, hidalgo de Tauste, gran fautor de Antonio Pérez”.

Desenlace

En 1615, con fecha de 16 de Junio, la Inquisición rehabilitó la buena fama y memoria de Antonio Pérez, ya fallecido en 1611, atendiendo al recurso que su esposa e hijos plantearon ante el Tribunal, con argumentos suficientes para desmontar las acusaciones de herejía y otras que se le habían hecho. No hubo revisión de sentencia para los otros condenados a muerte.

En cambio, Cristóbal Frontín fue autorizado a establecerse en Navarra, después de veinte años de ausencia, durante los  cuales estuvo al servicio de Antonio Pérez. (1)

Cristóbal Frontín era un pariente de D. Martín de Lanuza y un estrecho amigo de Antonio Pérez, al que sirvió fielmente hasta su muerte en 1611. Fue perdonado después de 20 años de emigración y se le permitió establecerse en el reino de NAVARRA. En Noviembre del 1593 acompañó a D. Martín de Lanuza en su viaje a Inglaterra, donde se entrevistaron con el Conde de Essex, ministro de Isabel de Inglaterra. Como D. Manuel Donlope, Cristóbal Frontín fue contratado por Enrique de Borbón, IV de Francia, como agente entre Bearneses y Aragoneses con un sueldo mensual de 100 escudos, con la tarea asignada de conocer la posibilidad de que en Aragón  se produjera un levantamiento contra el rey de España.

(1) A SPANIARD IN THE ELIZABETHAN ENGLAND

“The Correspondence of Antonio Perez” Edición de Gustav Ungerer

Relato completo de un testigo directo

Por ser un testimonio directo merece recoger la narración hecha por Bartolomé Leonardo de Argensola sobre el Auto de Fe, que se hizo en Zaragoza el 19 de Octubre del 1593, donde sacaron la efigie de Antonio Pérez, y los ajusticiamientos que se hicieron de los tres taustanos y otros varios.

“Al 19 del mes de Octubre se comenzaron las justicias en Zaragoza de esta manera. En medio del mercado estaba hecho un cadalso para el auto de la fé y la Inquisición, y mas abajo se hizo otro cuadrado cubierto de luto, y á las tres de mediodía sacaron de la cárcel de la Manifestación á los condenados que eran, el primero, Pedro de Fuertes, pelaire: salió en un serón atado de dos mulas arrastrado y él cubierto de luto.

Tras él salieron en dos mulas con gualdrapas y con sotanas largas de luto, Dionisio Pérez, y Francisco de Ayerbe, y luego después D. Diego de Heredia y D. Juan de Luna, en mulas con gualdrapas, y ellos con sotanas y ferreruelos de luto sin sombreros, y todos con una contrición y lágrimas admirables.

D. Juan de Luna muy flaco y viejo, aunque con muy gran ánimo y gravedad. Llevaronlos por las calles acostumbradas sin gente de guarda, y con diferentes pregones declarando como al primero le mandaba S. M. arrastrar, ahogar y hacer cuartos, y á los dos degollar, y á los otros dos cortar las cabezas y ponellas con letreros en diferentes partes juntamente con la de Francisco de Ayerbe, y confiscar á todos sus bienes.

En el cadalso habló D. Juan (*) pocas, pero graves palabras, con gran ánimo y buen semblante: fueron decir que él moría por sus pecados y inobediencia, y que exhortaba á todos que sirviesen á su Rey y de ello le perdonasen. También habló D. Diego (**), pero poco y como que no estaba en sí. D. Juan se desabrochó el cuello y los puños para que le atasen las manos, y estando muy en lo que hacía ofreciéndolo á Dios se arrodilló y puso de la manera que el verdugo le dijo. Luego y con mucha presteza le fue cortada la cabeza y alzada en alto.

Luego hizo lo mismo con D. Diego, aunque fue por detrás, que así lo mandaba su sentencia, y tan mal como si le mataran enemigos. Demás de que gran rato la anduvieron segando, le dieron mas de veinte golpes de suerte que cayó el madero donde tenia el cuello y se le cayó la venda estando todavía vivo.

A los otros dos degollaron, y á Fuertes dieron garrote y hicieron cuartos, y habiendo estado hasta la noche tendidos los cuerpos en el cadalso, enterraron los cuatro, el de D. Juan en San Agustín, el de D. Diego en San Francisco, y á los de Ayerbe y Dionisio Pérez en San Pablo. Las cabezas de D. Juan de Luna, y D. Diego, y Francisco de Ayerbe, pusieron luego la de D. Juan en la diputación con su letrero, la de D. Diego en la puente con su letrero, y la de Ayerbe en la cárcel nueva, sin letrero, y la de Fuertes á la puerta del portillo.

Al 20 del dicho mes á las ocho de la mañana salieron los presos del Santo Oficio. Serian más de ochenta: nueve condenados á muerte, todos gente plebeya, homicidas del día 24 de septiembre cuando libraron á Antonio Pérez. Solo había entre ellos señalado Tomás Rueda, hidalgo de Tauste, gran fautor de Antonio Pérez. También salió Miguel D. Lope, hermano de Manuel D. Lope, que había sido capitán en Sicilia, muy gentilhombre señalado en hechos de gran ánimo: traía jubón y calzones de tela de oro, y un coleto de cordobán blanco con pasamanos de oro, con una coroza pequeña y un cirio en las manos, y en la opinión común se aguardaba para mayor castigo por haber andado en Francia y en otras partes con los foragidos.

Otros muchos hombres honrados de esta ciudad salieron sin capas, desceñidos y con cirios, y ninguno de los que salieron por las resistencias y sediciones sacó coroza ni sanbenito sino Miguel D. Lope como he dicho, y los relajados que traían sanbenitos con sus nombres y no corozas.

Remataba la procesión la estatua de Antonio Pérez parecida en cierta manera al original: Traía coroza y sanbenito con llamas de fuego y este letrero.

ANTONIO  PEREZ  SECRETARIO  QUE FUE DEL REY  NUESTRO SEÑOR NATURAL DE MONREAL DE ARIZA Y  RESIDENTE DE ZARAGOZA, POR HEREJE CONVENCIDO, FUGITIVO, RELAJADO.”

  • (*) – D. Juan de Luna.
  • (**)- D. Diego de Heredia

Recuerdo

Como recuerdo a su vida y muerte cumple que se tenga memoria de las personas de Tauste que tan señaladamente participaron en la defensa de los Fueros y las leyes civiles de Aragón, a costa de sus vidas y haciendas,  haciendo un recuerdo en el propio Monumento a los Fueros y al Justicia, en Zaragoza, o haciéndoles el recordatorio en lugar digno de Tauste.

jornadas 2015 01