La muralla medieval de Tauste

por | Oct 2, 2011 | Lugares de interés

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Gran parte de la muralla se encuentra desaparecida, pero se conoce su trazado a partir de los pocos restos que todavía quedan de ella

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Como era habitual en las poblaciones medievales, el núcleo originario de Tauste se hallaba rodeado por una muralla construida con los materiales que más abundaban en el entorno, que en este caso era la piedra de yeso (alabastro), para cuya colocación se utilizaba pasta de yeso obtenido mediante la cocción y trituración del mismo material. El perfil de la ladera se iba acondicionando a medida que se levantaba la construcción del muro, sirviéndole éste de refuerzo y contención, llegando, incluso, a recrecer el escarpe rocoso para conseguir una mayor protección del núcleo así fortificado.
Se trata del mismo sistema constructivo utilizado en la alcazaba de Calatayud y en numerosas fortificaciones andalusíes del valle del Ebro, datables todas ellas en torno al siglo IX, época en la que esta amplia zona constituía la Marca Superior de Alandalús o Zagr Alandalús (podemos denominarla “época zagrí”).

La topografía escarpada del terreno circundante facilitaba un alto grado de inaccesibilidad en caso de ataque enemigo, salvo en el lado sureste, que actualmente podemos situar a todo lo largo de la C/ Germán, Plaza España y parte de la C/ San Francisco. Si despojáramos esta franja de las edificaciones de ambos lados encontraríamos un foso de casi 35 m. de ancho y de altura variable, dentro del cual se encuentran las vías públicas mencionadas. Geológicamente, resulta ilógico pensar que este foso fuese natural. Posiblemente fuera realizado por los habitantes de Tauste en época desconocida para garantizarse la defensa necesaria.

Gran parte de la muralla se encuentra desaparecida, pero se conoce su trazado a partir de los pocos restos que quedan de ella y de la configuración urbanística del casco primitivo de Tauste. Los restos actuales de la misma se ubican, además de un macizo existente delante del chaflán del edificio sito en Cuesta de la Cámara, 25 (entre éste y una pequeña escalinata que salva el desnivel que hay entre la Cuesta de la Cámara y C/ La Rosa), en buena parte del fondo de las fincas urbanas situadas en la parte derecha de la C/ Rey de Artieda y los cortados que dan a la Avda. Constitución y C/ 21 de Abril, sobre los que todavía se asientan algunas viviendas.

De todos estos restos, el más significativo es el situado en la C/ Rey de Artieda, en su esquina con la Plaza de la Picarra, dado que presenta un cubo cilíndrico que debió servir como lugar de defensa y puerta de la muralla en ese punto.

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Generalmente, a cada puerta se le asignaba un nombre, en función del lugar hacia donde estaba orientada. Según este criterio, a ubicada en este lugar pudo ser la “Puerta del Arba” (Bab ‘Arbaº), así como otras pudieron ser la “Puerta de Tudela” (Bab Tutila, taponando la subida de la Cuesta de la Cámara, junto al macizo antes mencionado), “Puerta de Zaragoza” (Bab Saraqusta, seguramente la más importante, cruzando la esquina Berroy), “Puerta de Ejea” (Bab Siyya, en la escalinata de detrás del Hogar de la Tercera Edad), etc.

Las investigaciones recientes abren nuevas expectativas en cuanto al origen y datación de esta muralla. Si bien las características del lienzo de C/ Rey de Artieda encaja perfectamente con la época zagrí, el descubrimiento de un cementerio datado a principios del siglo VIII por el método del Carbono-14 y la posibilidad de que se hallen restos pertenecientes a épocas anteriores (según indicios manifiestos) deja abierta la puerta a otras consideraciones que por ahora resulta arriesgado adelantar. El hallazgo de otros restos de muralla enterrados bajo la calle, en la bajada de la Iglesia de Santa María hacia la Picarra, cerca de este emplazamiento pero fuera del trazado supuesto para la muralla, supone otra incógnita más a encajar en todo este interesante puzzle.